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LOS SILENCIOS DE MI VIEJO


Somos dueños de nuestros silencios  y
presos de nuestras palabras


"...Obedezco a mi cuerpo que me pide recuperarse.  Vuelvo al lecho y —no sé si en sueños—   siento tu voz desde la distancia, donde todo se termina.  Me pellizco… No, no estoy dormida.  Agudizo mi oído y juraría que la escucho: tiene un tono grave especial y viene pautada, como siempre, por tus especiales silencios para sembrar curiosidad, atención, alarma  Eras el maestro.  Yo quisiera aprender el arte con que distribuías esos silencios que daban una fuerza impresionante a tus relatos.  Que yo recuerde, ese arte sólo lo percibí en ti y en aquel anciano contador de cuentos…


Tu voz se va acercando y yo dejo de preguntarme si es verdad lo que estoy viviendo.  Desesperada por verte, por atraparte, por fundirme contigo en un quiero, me dejo arrastrar por esa realidad-sueño.  No logro visualizarte, aunque percibo clara tu respiración renqueante de fumador viejo, y de pronto, tu  voz  rasga el telón creado por tus silencios, y me dejo llevar de regreso a mi niñez, a esos cuentos que creaban magia y alimentaban mi mundo, el único válido: el interno.  Y doy gracias al cosmos por la fortuna de haber sido hija de un sabio viejo, de los que aprendió de sus padres el arte de narrar.


Las lágrimas empiezan a brotarme, las emociones se disparan.  Espero en actitud atenta, con los cinco sentidos desplegados y el alma dispuesta.  Quiero oírlo todo, saberlo todo, recordarlo todo.  Te busco ladeando la cabeza mientras vuelven las pausas, parece que hay tiempo… que  esto no es un loco sueño.  Esperas que me calme y empiezas los cuentos, uno tras otro, con silencios entre ellos, silencios que marcan pausas, silencios cómodos, los silencios de mi viejo…"


El Contador de Cuentos_LOS TESOROS DE MI VIAJE




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