El diálogo era MI dios. Un DIOS con mayúsculas que mi familia me enseñó a venerar. Me fascinaba verle llegar con Complicidad en un careo de almas. Tandém perfecto!! Acudía cada domingo a moderar esas tertulias alrededor de la mesa en casa de mi madre, que se alargaban hasta muy avanzada la tarde. Observándole, descubrí sus fóbias: Aborrecía los aires eruditos de aquellos que se autoproclamaban intelectuales, y, a pesar de estar de moda, a los soporíferos charlatanes con argumentos ingeniosos.
Hoy, que escasean los contertulios inteligentes, se me ha perdido el DIALOGO. Su excusa,para no acudir a las reuniones, es que, los humanos, en vez de invocar su presencia, consumímos burdos y torpes MONOLOGOS DE DOS, donde nadie escucha a nadie, donde nadie se esfuerza por entender a nadie.... EXCUSA O VERDAD??
_Susana Monís
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