Cincuenta y tantos tacos...uno tras otro se habían ido montando en mi chepa, acomodándose y dejando paso al siguiente. El peso de la carga era insoportable, mucho mayor que la suma de sus individualidades. Y pasó, lo genéticamente previsible: Un día cumplí uno más, que buscando su lugar, desestabilizó al resto, cayendo a plomo sobre mí, aplastando los últimos resquicios de mi juventud. Pelos, barriga, boca, arrugas avisaban del cambio de suertes. Las vísceras se habían vuelto blandas, los dolores más sentidos y las fuerzas para afrontarlos escaseaban. Acá, gobernados por cachorros condenados a un planeta plástico, sin referentes como sello de crianza., me había hecho un viejo, en un lugar donde LAS CANAS NO INCULCABAN RESPETO, SINO PENA.Yo tenía tan claro donde estaba el error….
Quien NO conoce la muerte, NO da valor a la vida, cara y cruz de la misma moneda. Quien no ayuda a morir a sus gentes y les atiende, se pierde algo tan importante como el nacimiento de un hijo, EL OCASO
Cómo van a integrar en el sistema a sus mayores, personas que no han convivido nunca con ellos, que no saben apreciar todo el caudal que desperdician? Horrorizado, comprendía que este mundo no estaba hecho para mí, pero tampoco pertenecía ya al otro. Dos décadas era mucho tiempo.
No era de aquí, ni de ninguna parte.
Podía observar y enjuiciar con facilidad, porque no formaba parte de nada, y, sin embargo, dolía todo. Reconocer esta realidad NO ME HACIA LIBRE, SINO SENTIRME SOLO, MUY SOLO...
EL INTRUSO_ Los Tesoros de Mi Viaje_ Susana Monís
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