"Las mujeres fuertes también se derrumban,
pero no hacen ruido"- Emilia Sifuentes
Carlos pretendió seguir en la “peleíta”, pero Raquel, no tenía nada más que decir. Sin querer perder un segundo más en esa sin razón, acabó de ponerse los tenis y se dirigió al baño, cerrando la puerta con pestillo.
Tratando eliminar sus miedos, lavó su cara con abundante agua fría que echó en cuello y muñecas. Deseando maquillar el ánimo, recompuso su imagen frente al espejo y, en unos minutos, creyó estar lista para volver a la palestra.
Con la cabeza bien alta, abrió la puerta y se dirigió, con paso firme, a por su cazadora.
Un Carlos, serio, metido en profundo y pesado silencio, de esos a los que Raquel había aprendido a temer, la siguió con la mirada. Raquel, sin saber cuando Carlos iba a arrancarse contra ella, se sintió bloqueada por el miedo, pero, haciendo un esfuerzo descomunal, continuo andando como si no pasara nada. De esos momentos recuerda que sólo escuchaba sus pasos y los latidos de sus propias sienes. Y así escapó. Cuando su marido reaccionó y salió trás ella, Raquel había alcanzado la puerta. Con el corazón saliéndose del cuerpo, se abalanzó escaleras abajo, escuchando como ruido de fondo los gritos de su esposo exigiéndola volver. Raquel llegó al portal, tomó la calle y corrió sin rumbo hasta que sintió que estaba a salvo, que no la perseguía. Sólo entonces se lo pudo permitir...
Dejó de apretar el paso y que las lágrimas empezaran a brotar, convencida de que era la última vez que iba a vivir eso, que PARA ATRÁS, NO VIRABA. Entonces, su móvil empezó a sonar....
Triangulo Singular_Susana Monís

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