Dice mi amiga Merci que en una pareja siempre hay uno que quiere y otro que se deja querer, y tiene razón. En nuestro caso, aunque fuiste tú quien me buscaste y conseguiste enamorarme, desde hace años, soy yo quien invierto alma, corazón y vida en tirar del "carro". No, no es un reproche, sino una verdad tan grande como una catedral.
Llevo tiempo en que mi intuición se desgañita gritando al corazón que pare, que estamos jugando sólo con tus reglas. Imponer una baraja marcada ha desgastado la relación y elevado la temperatura de las discusiones. ¿No te das cuenta? lanzamos reproches en vez de balas, y algunos duelen como si lo fueran....En esta mercocha las risas han desaparecido y los silencios tensos han ganado la partida a los cómplices.
Ayer, sin embargo, fui yo quien busqué pelea. Sin razón aparente, te lancé una pregunta incómoda y tu respuesta, como era de esperar, fue absurda, eso si, adornada con esa ráfaga de insultos que siempre me tienes preparados.
Me levanté de la mesa y salí a respirar, convencida de que nuestro roto no se podía reparar y de que para abrir una ventana al futuro había que pegar cerrojazo al pasado. Con la cabeza tomé la mejor decisión: decirte adiós, pero los sentimientos se reveolvieron sin acatar su orden, y en un acto de fuerza me paralizaron. Fue algo tan loco reconocer a mis emociones atándome de pies y manos a tí.
El ROTO de Susana Monís

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